Las principales centrales sindicales de Brasil convocaron este martes una jornada nacional de protestas y paralizaciones para el 11 de julio con el fin de reforzar sus reivindicaciones ante el Gobierno y para aprovechar las actuales manifestaciones en el país.
“No será una huelga general como se especulaba en los medios sino una jornada de luchas, con paralizaciones, algunas huelgas y muchas movilizaciones”, dijo a Efe un portavoz de laCentral Única de los Trabajadores (CUT), la mayor central sindical de Brasil.
“Será el Día nacional de lucha con huelgas y movilizaciones en todos los estados del país”, afirmó, por su parte, el presidente de la Força Sindical, el diputado Paulo Pereira da Silva.
La convocatoria fue acordada en una reunión este martes en Sao Paulo de los dirigentes de las principales centrales sindicales de Brasil, incluyendo la CUT, Força Sindical, Unión General de los Trabajadores (UGT), Coordinación Nacional de Luchas (Conlutas) y Central General de los Trabajadores Brasileños (CGTB).
“Hubo un consenso en que en la actual coyuntura del país no hay ambiente para una huelga general, ya que no tendría muchas adhesiones”, afirmó la fuente de la CUT consultada, al admitir que, con el desempleo en bajos niveles y negociaciones salariales satisfactorias para los trabajadores, la agenda de los sindicatos está limitada a otras reivindicaciones.
Las centrales, sin embargo, consideran que una gran movilización nacional sí podrá reforzar la posición de los sindicatos en las negociaciones que intentan entablar con el Gobierno.
Igualmente consideran que la insatisfacción manifestada por los brasileños en lasmanifestaciones por mejores servicios públicos desde hace dos semanas también pueden fortalecer las reivindicaciones de los sindicatos.
“Nuestro papel será levantar las banderas de la clase trabajadora e incorporar las reclamaciones de las calles. Vemos con buenos ojos lo que está ocurriendo en el país”, declaró el presidente de la Conferencia Nacional de la Clase Trabajadora, Pascoal Carneiro.
Los sindicatos aprovecharon la cita para unificar posiciones y sus reivindicaciones antes de la reunión del miércoles, a la que fueron invitados por la presidenta brasileña, Dilma Rousseff.
Los sindicatos demandan la reducción de la jornada de trabajo a 40 horas semanales y la modificación de una ley que reduce las pensiones de quienes se jubilan prematuramente.
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