Por Horacio Estribí.mf@prensa.com Una cosa es segura en Panamá: la inflación no volverá a ser de 1.5% o 2% como a inicios de los 90. De hecho en 2012 se estima oficialmente que esta fue de 5.7% (o más, de acuerdo a economistas privados). Pero, ¿a qué atribuir esta “inflación a la panameña” que parece haber llegado para quedarse?
En 2008 la inflación panameña llegó a 10%, su pico más alto en los últimos quinquenios. Ello sucedió en medio de un alto crecimiento de la economía nacional y mundial; precisamente unos meses después se desataría una de las más severas recesiones globales de las últimas décadas provocada por la debacle de los llamados “bonos tóxicos”.
Previo a esto, la inflación local fluctuaba de forma muy similar a la de Estados Unidos (EU), aunque siempre por debajo de esta. Pero a partir de entonces, la inflación de Panamá fue consistentemente mayor que la de EU, lo que marca un cambio estructural en la evolución inflacionaria.
El hecho es que en 2013 la inflación de Panamá será similar a la de 2012 sobre todo porque el gasto público continuará siendo tan alto como el año anterior, y así lo ha anunciado el propio Gobierno.
Pero al final, ¿qué causa realmente inflación en Panamá? Quizá sea mejor decir qué no la causa. Contrario a lo sugerido por el Gobierno y algunos “especialistas”, el alza de los precios internacionales del combustible por ejemplo o de alimentos no explica enteramente la sostenida inflación panameña.
Para muestra un botón: según el Fondo Monetario Internacional (FMI) debido a una nueva etapa recesiva, entre 2011 y 2012 la inflación mundial cayó pasando de 4.8% a 3.9%. Sin embargo, durante ese mismo periodo la inflación panameña fue de 6%. Quizá aun más relevante: ese mismo año el precio del crudo se mantuvo estable (alrededor de $105 por barril), en tanto que el precio de los alimentos a nivel mundial se contrajo 3.3%.
¿Cómo se explica entonces que en medio de una recesión y una caída de los precios internacionales Panamá tenga mayor o igual inflación? Tampoco puede atribuírsele a la política monetaria expansiva de EU ya que a pesar de esta, la inflación de ese país disminuyó de 3.14% a 1.9%.
De allí que el alza no se dé por un aumento en los costos, sino por un incremento en la demanda agregada, y esto claramente deriva de un crecimiento estimulado por la inversión y el consumo privado, pero sobre todo por un abultado aumento de los gastos e inversión pública (lo cual de paso ha degenerado en históricos niveles de endeudamiento y déficit). A esto se le suman problemas estructurales y rigideces económicas que impiden que en Panamá se ajuste la oferta agregada de bienes y servicios de manera oportuna para atender esta demanda (sobre todo en el mercado laboral, de alimentos y vivienda entre otros).
Es cierto que la inflación panameña resulta más “manejable” en comparación con otras. Sin embargo, los factores estructurales que apuntábamos causan que el impacto sea más alto en ciertos mercados críticos (como los referidos) lo cual redunda claramente en perjuicio de las capas de bajos ingresos y la clase media baja. La clase media y clase alta también se ve afectada por aquello de que la inflación merma los ahorros y las inversiones los cuales deben ser ahora más rentables para compensar el deterioro del valor del dinero. El impacto es por ende general.
A corto plazo la solución más efectiva es reducir el desbordado gasto público —lo que parece inviable políticamente en un año preelectoral—. Por otro lado, a largo plazo la solución consiste en mejorar la productividad y competitividad del país sobre todo en las áreas críticas señaladas.
Por último, la tradicionalmente baja inflación de Panamá provoca que la actual, por modesta que sea, se haya convertido en un issue para la sociedad y así lo confirman las encuestas de opinión. Ello constituye a nuestro entender una moderada pero potencial amenaza contra la estabilidad social y política del país. Sería un error pasar este hecho inadvertido.
Comunica a tus bases y afiliados donde esten. Facebook e Instagram, Marketing sindical. www.monagrillo.net