Panamá, 22 de enero de 2022.
Por: Jaime Flores Cedeño
Rubén Darío Sousa, representa el principal ideólogo y forjador del comunismo en Panamá en el siglo XX, hasta su deceso. Vivió y murió manteniendo firmes sus principios marxistas- leninista, jamás adjuró de sus convicciones como hicieron algunos que a lo largo de la historia juraron ser fieles a la doctrina y fueron absorbidos por las condiciones acomodaticias que ofrece el sistema capitalista.
El Partido del Pueblo, fue su casa política, en ella militó, conspiró en contra de burguesía y estructuró junto a otros dirigentes como: Carlos F. Changmarín, Domingo Barría, José del Carmen Tuñón, Cleto Sousa, Miguel Porcell, Luther Thomas, Félix Dixon, Marta Matamoros, Felicia Santizo, Carlos Wong y cientos de dirigentes comunistas, una organización nacional que no le dio tregua a la clase empresarial, ni a ninguno de los mandatarios pertenecientes a las élites oligárquicas como: Enrique Jiménez, Remón Cantera, Ernesto de la Guardia, entre otros, que seguían lineamientos del Comando Sur y de la CIA, para aplastar los movimientos populares.
Rubén, sufrió la persecución, arrestos, exilios y tuvo que enfrentar en distintas ocasiones hechos que atentaban contra su vida. Nada de eso lo disuadió, ni lo hizo renunciar a su lucha por un Panamá libre, justo, soberano y sin explotadores, meta fundamental del Manifiesto Comunista.
Los que conocían a Rubén, por primera vez, constataban la profundidad de sus pensamiento marxista- leninista, mediante el uso adecuado del materialismo histórico y la dialéctica, fundamentos esenciales para analizar el contenido de clase del sistema capitalista y su sitial hegemónico.
Esta característica ideológica lo erigió en un formador de cuadros y dirigentes políticos comprometidos a cambiar el sistema capitalista, generador de pobreza, miseria y explotación.
No creo, que haya un dirigente de izquierda de los años 40, 50, 60 y sucesivos, que no recibieran la influencia ideológica y práctica de Rubén, más aún, dentro de la lucha por la recuperación de la Zona del Canal, cuyo aporte doctrinal es indispensable para entender el camino que condujo a la descolonización.
Su discurso político jamás estuvo inmerso en promesas o análisis vagos con el interés de persuadir, costumbre propia de la burguesía. Cada palabra suya expresaba una línea para la acción y transformación, ya sea, a lo interno del partido, foros o conferencias, por eso, el poder económico y el imperialismo le temía, no a él como persona, sino lo que representaba en la lucha emancipadora.
En su condición de Secretario General del Partido del Pueblo desde 1953, compartió con otros dirigentes comunista de su época como: Fidel Castro, Ernesto “Che” Guevara”, Victorio Codovilla, Manuel Mora, Rodney Arismendi, Gilberto Vieira, Luis Corvalán, Gladys Marín y muchos más, cuya lista sería extensa. Líderes, que cabe anotar, merecen todo nuestro elogio y gratitud, por el aporte de lucha revolucionaria que dieron y haber dedicado su vida a la transformación social.
La historia de lucha antiimperialista, de solidaridad internacional, y por la construcción del comunismo, que transmitió Rubén, por espacio de 70 años, vivirá en todos aquellos hombres y mujeres que aspiran a una sociedad más justa y equitativa.
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