El gobierno de Bashar Al Assad afirmó que el bombardeo contra un centro de investigaciones militares en Damasco constituye «una declaración de guerra» por parte de Israel, al que acusó de apoyar a los «grupos terroristas». El ataque, que dejó 300 muertos según la agencia oficial de noticias siria, fue condenado por Irán, Egipto y la Liga Árabe. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se declaró «muy preocupado» y llamó a evitar una escalada en el conflicto.
El Ministerio sirio de Asuntos Exteriores sirio aseguró que si Israel continúa sus «actos de agresión», podría llevar a toda la región a «una guerra que amenace la paz y la seguridad internacionales». La agencia oficial siria Sana divulgó dos cartas que Damasco envió al presidente del Consejo de Seguridad y al secretario general de la ONU.
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